Estoy con Cris haciéndome una sanación y
siento que nos elevamos. Hay como unas nubes. Yo voy subiendo delante y él
detrás. Sonríe. Es como si quisiera darme una sorpresa. Arriba del todo veo el
trono del Padre. Me acoge en sus brazos y me dice: “¿No querías que te abrazara
alguien que entendiera tu sufrimiento?”.
Hija, quiero que
sanes tu corazón y ayudes a los demás. Te estoy mandando un ejército de ángeles
para que te ayude. Vas a volver, hija, pero vas a volver con más luz, vas a
volver con mi luz, con la luz de mis enviados para que te cuiden y con la luz
especial de mi hijo Cris que por amor puro e infinito a ti ha elegido esta
misión.
Hija mía, ya no
va a ser como antes, no vas a tardar tanto en recuperarte, pero aun así
necesitas un tiempo que debes aceptar pacientemente. Acepta la ayuda de todos
mis enviados, sea del tipo que sea.
Baja, hija mía,
vuelve ahí abajo a tu mundo con el ángel que he puesto a tu lado. Él te va a
cuidar. No necesitas unas manos físicas, una pareja ahora física que te cuide.
Lo que más necesitas es este enviado que yo te he dado, que te va a dar luz,
amor, cuidados y muchas sorpresas.
Hija mía, tú has
dado mucho por los demás y ahora yo te doy a ti mucho porque eres mi pequeña
hija que ha caído, pero una hija que se levantará y brillará todavía con más
fuerza si cabe, más fuerza que antes, más brillo y más luz. Eres mi pequeño
Ser, mi bello ser de luz, que ahora se ha apagado y necesita pequeñas antorchas
a su alrededor para recordar quién es y yo te las estoy dando, hija mía, te las
estoy enviando de mil formas diversas. Te voy
a ayudar hasta que estés fuera del todo.
Quiero hablarle
ahora a mi hijo Cris.
Te agradezco que
la hayas traído a mis brazos. Siempre he confiado en ti, siempre he sabido que
eres un gran emisario y un gran trabajador de la luz comprometido con su
trabajo. Lo estás haciendo muy bien, ya lo sabes. Quiero que continúes
cuidándola, que no la descuides ni un solo momento. Ámala como si fueses tú mismo. Bendícela con tus dones, con tu
calor, con tu amor.
Ella todavía no
se ha dado cuenta de quién eres, de quién representas a nivel humano para ella
y de quién eres en estas alturas, pero eso no importa, lo que importa es que la
cuides y la ames como a tu propia vida. Cuídala y devuélvemela llena de brillo,
de amor y luz dispuesta a seguir atendiendo sus obligaciones de la luz,
obligaciones que sabes que en parte tiene que desarrollar contigo.
Me despido ahora
de los dos no sin antes volver a agradecerte, Cris, que la hayas traído a mis
brazos, porque ella sola no se hubiese atrevido.
Soy vuestro
Padre y os amo.
Canalizado por Aura